
Seguramente recuerdan las cintas magnetofónicas, atrapadas en los rodillos de aquellos cartuchos plásticos, capaces de almacenar una tira de canciones para reproducirlas con alta fidelidad-media fidelidad-baja fidelidad-delachingada conforme el tiempo, el uso y las condiciones climatológicas lo permitieran.
Los hay que sólo recuerdan las cintas que se compraban con los fayuqueros para piratearse la música de los casettes de otros cuates (en tiempos más recientes sus cd’s) pero a mí me tocó todavía la época de los acetatos, antes de la abundancia de las grabadoras de doble casetera y esos juguetes negros tan populares en los ’90.
Otros hay (menos, creo) que ante la carencia de recursos económicos (o acaso de una buena tornamesa) que ubican estos formatos en sus versiones oficiales propias de las disqueras que editaban álbumes a un costo más asequible antes de la llegada del CD e incluso después de la despedida del LP.
Yo tengo algunas anécdotas al respecto, y se las voy a contar.
La primera fue hace casi 32 años, poco recuerdo de esos formatos, para mí, el acetato era el rey, incluso los disquitos de 45 revoluciones eran superiores (y en realidad lo eran) a las cintas, lo interesante de ellas era que podían escucharse en el coche, y para mis papás que siempre han sido fanáticos de la música, pues suponía una ventaja. Mi papá nunca tuvo un “8 tracks”,(recordará a modo de anécdota ese formato de cartuchos muchos más grandes, con cintas de ¼ de pulgada que fueron mejor aprovechadas por la industria de la radiodifusión) los primeros casetes que recuerdo eran marca AMPEX y SONNI (así, con doble N y con I latina) ¡ah! Y uno de de Camilo Sesto (el de los 16 éxitos, la mayoría cortados en comparación a sus originales que hacían las delicias de cualquiera dispuesto a soportarlo a él y a su mamá).
La segunda… a uno de mis tíos le daba por grabar cintas con los éxitos más recientes del Supershow de los Vázquez y del grupo Audaz, pero ps, aunque ya existían los estéreos que incluían tornamesa y casetera, este tío no tenía uno, así que cerraba la sala de su casa, le subía todo el volumen a su consola (de esas consolotas de madera que ahora se usan como un bizarro gabinete que exhibe floreros y/o porcelanas y/o portarretratos de la abuelita y que también cargara la tele un tiempo) y dejaba que el micrófono integrado de su grabadora taiwanesa recogiera con su debida reverberación la huapachosa música… un día me metí a mansalva a la sala (con la inocencia de mis 4 añitos) y me puse a pegar de gritos sobre la música (afortunadamente no quedó copia alguna del evento porque mi tío se puso muy de malas y lo borró).
¡Ah! La tercera. ¿Quién no recuerda los cassettes de Poly March? (que por cierto, sus fundadores son oaxaqueños) en 1987, me prestaron un casette original del luz y sonido más famoso de México. Todavía estaba en la primaria y fue una experienciota (sic)… lo malo es que no le entendí nada casi. De cualquier modo recuerdo que nomás de poner aquella cinta fue el inicio del fin mi inocencia musical.
La cuarta. Me avergüenza decir que los primeros cassetes que compré YO de MI dinero producto de MI trabajo y esfuerzo fueron: “La cima del cielo” de Montaner; “Viajero del tiempo” del Laureano Brizuela; y “The Greatest hits” de los Bee Gees… chale.
La quinta. En 1993 mi papá compró un estéreo marca SONY (con Y) con reproductor de CD’s y… cosa regular por aquellos días, existía un negocio en Oaxaca llamado “elite rial” (ja ja ja) y se dedicaban al lucrativo negocio de la renta de CD’s… cosa extrañísima, porque al final de cuentas estimulaba la piratería de los fonogramas, pero que le hacemos. Antes de ir a comprar un casette pirata o mezclado (cosa que estaba muy de moda) y harto ya de grabar las canciones de la radio A. M. mejor me rentaba por módicos 15 pesitos un CD… me hice (junto con mi hermano) como de 50 álbumes (algunos, claro no los grabábamos completos, cosa de la que me arrepentí después) de esas cintas cuando se dio el momento nos las repartimos, quedándome yo con la mayor parte.
La última y me voy. Hace unos días, mientras me dedicaba a la talacha, desempolvé mi viejo estéreo, tras cuatro años de no emitir ruido, música o algo parecido, lo limpié y lo conecté, para mis sorpresa aún funcionaba, tras 18 años… y le inserté una cinta (“18 till i die”, de Bryan Adams) la cinta, a pesar de haber sido rebobinada ya había perdido su calidad original, los años no pasan en vano y como ella, me temo que muchos de mis viejos casettes.
Ciertamente, aún venden en algunos lugares estos cartuchos, vírgenes, han sobrevivido más que su antecesor de 8-tracks, incluso que los floppy discs de 3 1/2’’ , su versatilidad los ayudó a crear artefactos que se volvieron iconos de la cultura pop, y ahora, empolvados y olvidados en cajas de cartón podrían aún sorprendernos con el cuidado adecuado, cuidado que al parecer, yo no tuve.
BTW:
Los hay que sólo recuerdan las cintas que se compraban con los fayuqueros para piratearse la música de los casettes de otros cuates (en tiempos más recientes sus cd’s) pero a mí me tocó todavía la época de los acetatos, antes de la abundancia de las grabadoras de doble casetera y esos juguetes negros tan populares en los ’90.
Otros hay (menos, creo) que ante la carencia de recursos económicos (o acaso de una buena tornamesa) que ubican estos formatos en sus versiones oficiales propias de las disqueras que editaban álbumes a un costo más asequible antes de la llegada del CD e incluso después de la despedida del LP.
Yo tengo algunas anécdotas al respecto, y se las voy a contar.
La primera fue hace casi 32 años, poco recuerdo de esos formatos, para mí, el acetato era el rey, incluso los disquitos de 45 revoluciones eran superiores (y en realidad lo eran) a las cintas, lo interesante de ellas era que podían escucharse en el coche, y para mis papás que siempre han sido fanáticos de la música, pues suponía una ventaja. Mi papá nunca tuvo un “8 tracks”,(recordará a modo de anécdota ese formato de cartuchos muchos más grandes, con cintas de ¼ de pulgada que fueron mejor aprovechadas por la industria de la radiodifusión) los primeros casetes que recuerdo eran marca AMPEX y SONNI (así, con doble N y con I latina) ¡ah! Y uno de de Camilo Sesto (el de los 16 éxitos, la mayoría cortados en comparación a sus originales que hacían las delicias de cualquiera dispuesto a soportarlo a él y a su mamá).
La segunda… a uno de mis tíos le daba por grabar cintas con los éxitos más recientes del Supershow de los Vázquez y del grupo Audaz, pero ps, aunque ya existían los estéreos que incluían tornamesa y casetera, este tío no tenía uno, así que cerraba la sala de su casa, le subía todo el volumen a su consola (de esas consolotas de madera que ahora se usan como un bizarro gabinete que exhibe floreros y/o porcelanas y/o portarretratos de la abuelita y que también cargara la tele un tiempo) y dejaba que el micrófono integrado de su grabadora taiwanesa recogiera con su debida reverberación la huapachosa música… un día me metí a mansalva a la sala (con la inocencia de mis 4 añitos) y me puse a pegar de gritos sobre la música (afortunadamente no quedó copia alguna del evento porque mi tío se puso muy de malas y lo borró).
¡Ah! La tercera. ¿Quién no recuerda los cassettes de Poly March? (que por cierto, sus fundadores son oaxaqueños) en 1987, me prestaron un casette original del luz y sonido más famoso de México. Todavía estaba en la primaria y fue una experienciota (sic)… lo malo es que no le entendí nada casi. De cualquier modo recuerdo que nomás de poner aquella cinta fue el inicio del fin mi inocencia musical.
La cuarta. Me avergüenza decir que los primeros cassetes que compré YO de MI dinero producto de MI trabajo y esfuerzo fueron: “La cima del cielo” de Montaner; “Viajero del tiempo” del Laureano Brizuela; y “The Greatest hits” de los Bee Gees… chale.
La quinta. En 1993 mi papá compró un estéreo marca SONY (con Y) con reproductor de CD’s y… cosa regular por aquellos días, existía un negocio en Oaxaca llamado “elite rial” (ja ja ja) y se dedicaban al lucrativo negocio de la renta de CD’s… cosa extrañísima, porque al final de cuentas estimulaba la piratería de los fonogramas, pero que le hacemos. Antes de ir a comprar un casette pirata o mezclado (cosa que estaba muy de moda) y harto ya de grabar las canciones de la radio A. M. mejor me rentaba por módicos 15 pesitos un CD… me hice (junto con mi hermano) como de 50 álbumes (algunos, claro no los grabábamos completos, cosa de la que me arrepentí después) de esas cintas cuando se dio el momento nos las repartimos, quedándome yo con la mayor parte.
La última y me voy. Hace unos días, mientras me dedicaba a la talacha, desempolvé mi viejo estéreo, tras cuatro años de no emitir ruido, música o algo parecido, lo limpié y lo conecté, para mis sorpresa aún funcionaba, tras 18 años… y le inserté una cinta (“18 till i die”, de Bryan Adams) la cinta, a pesar de haber sido rebobinada ya había perdido su calidad original, los años no pasan en vano y como ella, me temo que muchos de mis viejos casettes.
Ciertamente, aún venden en algunos lugares estos cartuchos, vírgenes, han sobrevivido más que su antecesor de 8-tracks, incluso que los floppy discs de 3 1/2’’ , su versatilidad los ayudó a crear artefactos que se volvieron iconos de la cultura pop, y ahora, empolvados y olvidados en cajas de cartón podrían aún sorprendernos con el cuidado adecuado, cuidado que al parecer, yo no tuve.
BTW:
O una corbata que suene…
Pasando a otras cosas, me topé con este anuncio de… mejor véanlo, creatividad re-usando elementos que ya habíamos visto en otros spots televisivos.
Hablando de recreaciones, J. Scott Campbell hizo unas muy buenas utilizando como pretexto las princesas de Disney (un poco NSFW).
Finalmente, deseando que Gustavo Cerati se recupere, aquí les dejo las últimas noticias sobre él y su estado de salud ¡Fuerza Cerati!.